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Guía de la Biblioteca Reina Sofía: Cárcel de la Chancillería

Conoce la biblioteca

Nuestra historia

"La actual biblioteca Reina Sofía tiene su ubicación en una construcción que anteriormente fue una cárcel, pero no una cualquiera, sino la que correspondía al alto tribunal de la Real Chancillería, creado por los Reyes Católicos. Era, sin embargo, una más de las que tuvo Valladolid, que contaba también con cárcel de la ciudad, inquisitorial y universitaria. Fue por lo tanto un espacio de confinamiento, reclusión y castigo para hombres que tuvieran deudas hasta que las pagaran,  o  mientras esperaban su sentencia judicial, o ser llevados en la cadena de presos a servir a galeras o a los presidios del norte de África. Mientras que para las mujeres fue un lugar donde cumplir condena por sentencia judicial, y a la zona que ellas tenían reservada  se le denominaba “galera”.

Dada esta vinculación la cárcel existió y tuvo tanta vida como el tribunal, que dejó de existir en 1834 cuando se establecieron los partidos Judiciales y  se produce “una ruptura irreversible” con el aparato judicial de Antiguo Régimen."

Margarita Torremocha Hernández

Catedrática de la Universidad de Valladolid

Departamento de Historia Moderna, Contemporánea y de América, Periodismo y Comunicación Audiovisual y Publicidad

Fotos

1962, fotografía conservada en el Archivo Municipal

Circa 1902

Dibujo F.J. Ortiz

La Gran Redada

La Gran Redada fue el intento de exterminio de los gitanos que vivían en España. Se inició en la madrugada del 31 de julio de 1749.

La Cárcel de la Chancillería, el edificio que alberga la Biblioteca Reina Sofía, fue el lugar de Valladolid donde estuvieron presos.

El 30 de julio de 2021 el Ayuntamiento de la ciudad coloca una placa en la fachada como homenaje a las personas de etnia gitana que sufrieron estos encarcelamientos. El acto contó con la presencia del Alcalde, el Rector y representantes de cuatro asociaciones de personas de etnia gitana, así como miembros del equipo rectoral y municipal.

Más información sobre los hechos históricos y bibliografía del evento:

 

 

Mujeres de Valladolid represaliadas por el franquismo

El 27 de marzo de 2023, El Ayuntamiento de Valladolid coloca una placa en la fachada de la Cárcel de la Chancillería, hoy Biblioteca Reina Sofía, para homenajear a las mujeres represaliadas en la ciudad durante la Guerra Civil y el franquismo.

Tras el descubrimiento de la placa, han intervenido la historiadora e investigadora de la Fundación Jesús Pereda de CCOO CyL, María Jesús Izquierdo; Saturnino de la Torre, nieto de una de las mujeres homenajeadas, Eloísa de Castro, y el alcalde.

Las palabras de María Jesús Izquierdo pueden consultarse en este enlace.

 

Más información:

Historias de las cárceles en Valladolid

Las casas de la Inquisición en Valladolid

La Inquisición disponía de dos tipos de cárcel: las secretas, llamadas así por estar prohibido, bajo pena de excomunión, revelar lo en ellas acontecido. Era el lugar en el que el reo permanecía privado de libertad mientras durase el proceso. Y existían también las cárceles de penitencia, en las que el reo cumplía privación de libertad una vez que había sido condenado y castigado con la pena de reclusión.

El excesivo celo por la fe acabó con los cimientos de la comprensión y de la caridad, gracias a los epígonos de una pretendida teología salvadora. No olvidemos que la Inquisición tuvo su guarida entre los pliegues de la Corte de Roma y que se esmeró en hacer de la tortura un bautismo de fuego.

Los padres inquisidores fueron vecinos de las monjas de Belén; casa con casa. Allí reposaban en sus horas libres mientras no se requería su presencia en los tribunales o en las salas de tortura. Desde aquellas casas, provenientes de las estancias del cardenal Pedro González de Mendoza, pasarían más de una vez para asistir a la santa misa en la capilla de sus vecinas las monjas cistercienses o, tal vez, para recibir cualquier obsequio fruto de la huerta de su monasterio. Su lugar de trabajo era llamado Casa de la Inquisición, ubicada en diferentes calles de la ciudad según las épocas. Dichas casas iban mejorando en cada uno de sus nuevos emplazamientos, pero no decrecía el rigor ni la falta de piedad de los inquisidores, que, más que depositarios del Evangelio, se habían convertido en testigos de la más ciega de las misericordias.

Valladolid contó con su primer Tribunal del Santo Oficio en el año 1488 y su inicial emplazamiento estuvo ubicado en el número 22 de la calle Francos, que arrancaba fuera de la muralla, por San Juan, y desembocaba a los pies de la Antigua (hoy es la calle Juan Mambrilla). Allí se encontraban los aposentos que pertenecieron a la ilustre familia de los Zúñiga; más tarde pasaron a propiedad de los Osorno, y hoy es el llamado Centro Buendía -Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Valladolid-. Fue una cesión del Ayuntamiento de la ciudad que lo había rescatado de la demolición inminente, pues aquel solar estaba destinado a la construcción de un complejo residencial que debía compartir patio común trasero con las viviendas que dan fachada a la plaza de la Universidad. Su rehabilitación no fue del todo acertada, aunque al menos pudo salvarse de la demolición el pequeño patio de columnas. Había sido residencia palaciega de los Zúñiga. Allí pasó su última noche de vida el Condestable Álvaro de Luna, traído de Portillo a Valladolid para subir al cadalso al día siguiente (el 2 de junio de 1453). Hecho prisionero por Álvaro de Zúñiga, en Burgos, y sometido a un proceso carente de todo rigor jurídico, fue a terminar decapitado en la plaza pública de Valladolid, Jorge Manrique escribiría años más tarde su epitafio en las célebres Coplas a la muerte de su padre.

Aquella casa de la que salió hacia el cadalso el condestable fue, según parece, la primera casa de la Inquisición, aunque el profesor Jesús Urrea opina que el actual edificio universitario no era el palacio de los Zúñiga, sino que, con mayor probabilidad, lo fue el de los condes de Buendía -de ahí su nombre actual- y que el primer nido inquisitorial no se encontraba exactamente en aquel palacio, sino en unas casas que están más o menos enfrente.

La Inquisición se trasladó pronto desde la calle Francos a la de Pedro Barrueco, hoy llamada Fray Luis de León. Asegura Matías Sangrador haber visto personalmente en los sótanos de dicha casa una serie de dibujos y palabras de los presos, en castellano y latín, grabadas en sus muros entre los años 1534 y 1551. La actual denominación de la calle se debe a un craso error histórico, ya que algún erudito pensó que el poeta Fray Luis de León había estado preso de la Inquisición en dicha calle. Nunca fue así. En esa cárcel, llamada de la Inquisición Vieja, y que da esquina a la calle de la Galera, nunca estuvo Fray Luis de León. En sus mazmorras sí que pasó su cautiverio, antes de ser conducida a la hoguera, Marina de Guevara, la monja cisterciense de Belén acusada de luteranismo. Fue una de las últimas reclusas, ya que a partir de agosto de 1559 las también llamadas "cárceles secretas" se trasladaron a las casas de Pedro González de León y doña María Coronel, situadas junto a la iglesia parroquial de San Pedro, que pasaron a denominarse "Casa de la Penitencia". Actualmente, sobre aquel solar que dejó la cárcel inquisitorial, desaparecida tras un furioso incendio, se encuentra el colegio público Macías Picavea. Las calles del contorno se llamaban entonces Peña de Francia y calle de los Moros. El fuego y la Inquisición se aliaron y jugaron su partida como resultado de la mutua atracción que siempre sintieron.

En 1601 el Tribunal y las cárceles de la Inquisición se trasladaron a Medina del Campo, volviendo de nuevo a Valladolid en 1606. En 1809, durante la ocupación francesa, la Casa de la Penitencia ardió durante cuatro días hasta su práctica desaparición. La Inquisición se trasladó, ya por corto tiempo, a la calle Alonso Pesquera, entonces calle de Herradores.

En las cárceles de la Santa Inquisición de Valladolid murieron hombres y mujeres anónimos. Nos quedan, sin embargo, algunos nombres, inquilinos de honor para la historia: Bartolomé Carranza, fray Luis de León, Marina de Guevara, Francisco Sánchez el Brocense, etc.

Capítulo sacado del libro Herejes luteranas en Valladolid: fuego y olvido sobre el Convento de Belén, de Asunción Esteban Recio y Manuel González López (Universidad de Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid. 2020)

Bibliografía

 

     

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